Pedro Vermilión parece no entender los códigos de conducta de una sociedad que apenas lo advierte, flota ¡unto a la hipnosis de una colectividad que lo sumerge en el océano de un lenguaje que no lo toca! La violencia interior explota y las llamas arden quemándolo de a poco, agrediendo también su entorno; en el fondo se oye una voz, cada vez más cercana, que enturbia las cosas. Pedro oscila entre la locura y la muerte, guiado por sus pasiones hacia el perfecto derrumbe.

Con emoción, tensión y escalofriante suspenso, Cristian Ton narra en esta oportunidad un juego de espejos que se rompen y confunden, donde todos los personajes tienen algo de desquiciado. Tanto Pedro como Sonia, la pareja insípida e infantil, sufren día a día una locura que aumenta sin que puedan tocarla Ib siquiera nombrarla, alejándolos de sí mismos y de toda coherencia. Su quietud inquieta y las páginas giran solas, veloces, como chispas, y mantienen al lector en estado de confusión.