Diálogos en los patios rojos es un tejido de narraciones de origen. La madre y el padre del relator, también su hermano, toman la palabra para transmitirle los recuerdos y los vestigios (en una progresión de incertidumbres) de hechos sucedidos antes del nacimiento. Toman la palabra porque, de otro modo, esas historias pasarían al olvido que sigue a la muerte. Ellos fueron los protagonistas. Siguen siéndolo y a través de ellos (todos nacidos en Calabria), el relator arma la novela de su familia. Pero él ha nacido en Buenos Aires. Allí está su diferencia y su necesidad de saber. Diálogos en los patios rojos tiene ese título porque los hechos no se presentan en narración directa, sino que los transmiten esos hombres y esa mujer al tomar la palabra. Muestran parcelas de un pasado. No son habladurías de familia sino un acto de entrega. Sin los diálogos en los patios rojos, el relator no tendría ninguna materia. No tendría esa lengua mezclada, que nunca parece una mala imitación de la extranjería, sino, por el contrario, una verdadera lengua, la que se aprende en el lugar de origen.

 

Diálogos en los patios rojos - Roberto Raschella

$8.600
Diálogos en los patios rojos - Roberto Raschella $8.600

Diálogos en los patios rojos es un tejido de narraciones de origen. La madre y el padre del relator, también su hermano, toman la palabra para transmitirle los recuerdos y los vestigios (en una progresión de incertidumbres) de hechos sucedidos antes del nacimiento. Toman la palabra porque, de otro modo, esas historias pasarían al olvido que sigue a la muerte. Ellos fueron los protagonistas. Siguen siéndolo y a través de ellos (todos nacidos en Calabria), el relator arma la novela de su familia. Pero él ha nacido en Buenos Aires. Allí está su diferencia y su necesidad de saber. Diálogos en los patios rojos tiene ese título porque los hechos no se presentan en narración directa, sino que los transmiten esos hombres y esa mujer al tomar la palabra. Muestran parcelas de un pasado. No son habladurías de familia sino un acto de entrega. Sin los diálogos en los patios rojos, el relator no tendría ninguna materia. No tendría esa lengua mezclada, que nunca parece una mala imitación de la extranjería, sino, por el contrario, una verdadera lengua, la que se aprende en el lugar de origen.