Estos dos ensayos (Mansillescas; de Guillermo Korn y Nuestra América: una modernidad alternativa. Poesía y revolución en Martí; de Matías Farías) que se publican como un diálogo continuado en torno a las imágenes de estado; desierto y nación; punzan dos aristas -tal vez escollos- de la imaginación política que nos interpelan por lo menos desde el retorno democrático a esta parte: el problema de hacer de la coherencia una política -devenida muchas veces falsa política de archivo- o un método de lectura histórica que hace de la traición el tamiz por donde pasar; la otra cuestión que este libro pone en escena es la necesidad de reapropiarnos de la frontera como espacio de revueltas.
Pensar un estado en la frontera como instancia contraria a llevar la gendarmería a la villa; las fuerzas armadas a la seguridad interior. Un estado en la frontera es –en la imaginación misma que plantean los ensayos; o el camino que se arma entre ellos– aquel capaz de desarmar las nociones restrictivas de nación e individuo para desplegar una ampliación de derechos en torno a lo común. Un estado en la frontera necesita repensarse de genocidio a genocidio -de la frontera que justificó la avanzada contra los pueblos originarios a fines del siglo XIX al 'enemigo interno' de la dictadura cívico-militar- para hacer de la frontera no una zanja; un fortín o centro clandestino de detención; ni una línea de luces azules patrullando a la caza; sino el espacio de derechos por formular.

Desierto y nación II - Guillermo Korn y Matías Farías

$10.000
Desierto y nación II - Guillermo Korn y Matías Farías $10.000

Estos dos ensayos (Mansillescas; de Guillermo Korn y Nuestra América: una modernidad alternativa. Poesía y revolución en Martí; de Matías Farías) que se publican como un diálogo continuado en torno a las imágenes de estado; desierto y nación; punzan dos aristas -tal vez escollos- de la imaginación política que nos interpelan por lo menos desde el retorno democrático a esta parte: el problema de hacer de la coherencia una política -devenida muchas veces falsa política de archivo- o un método de lectura histórica que hace de la traición el tamiz por donde pasar; la otra cuestión que este libro pone en escena es la necesidad de reapropiarnos de la frontera como espacio de revueltas.
Pensar un estado en la frontera como instancia contraria a llevar la gendarmería a la villa; las fuerzas armadas a la seguridad interior. Un estado en la frontera es –en la imaginación misma que plantean los ensayos; o el camino que se arma entre ellos– aquel capaz de desarmar las nociones restrictivas de nación e individuo para desplegar una ampliación de derechos en torno a lo común. Un estado en la frontera necesita repensarse de genocidio a genocidio -de la frontera que justificó la avanzada contra los pueblos originarios a fines del siglo XIX al 'enemigo interno' de la dictadura cívico-militar- para hacer de la frontera no una zanja; un fortín o centro clandestino de detención; ni una línea de luces azules patrullando a la caza; sino el espacio de derechos por formular.