"Cuando mi mamá me anotó en el jardín de infantes, las maestras le preguntaban qué cosas podía hacer y qué cosas no. Si podía hacer educación física con los demás nenes, si podía bailar en la clase de música, si podía tirarme del tobogán, si podía ir al baño sola. El médico dijo: a mí no me lo pregunten, pregúntenselo a ella. Julia les va a saber decir qué puede y qué no", cuenta Julia Risso, la autora de CURVATURAS. EL AMOR NUNCA TUERCE EL DESEO (Edit. Chirimbote).

"El cuerpo aprende que el dolor nunca tuerce el deseo. Envuelve el aire entre sus manos, se lo regala a las cuerdas vocales y dispara palabras. Lucha y se defiende. Ama, abraza, aprende y enseña. En Curvaturas, Julia corre por pasillos blancos con el cuerpo desarmado hasta que da luz a sus huesos. Pare con fuerza, se traga el espacio y lo empieza a ocupar. Ninguna patología es una identidad. En este libro Julia construye su columna con su poder: las palabras. La completa, le agrega vértebras, se vuelve un junco. Le coloca sus ojos, camina por la ciudad y vuelve a Monte, se vuelve arte mientras lo crea aun en las más ásperas salas de espera. El dolor solamente es protagonista en el silencio y mientras exista una luz prendida, la autora siempre está lista para dar su mejor función", del prólogo de Jéssica Signoretta

Curvaturas. El amor nunca tuerce el deseo - Julia Risso Villani

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"Cuando mi mamá me anotó en el jardín de infantes, las maestras le preguntaban qué cosas podía hacer y qué cosas no. Si podía hacer educación física con los demás nenes, si podía bailar en la clase de música, si podía tirarme del tobogán, si podía ir al baño sola. El médico dijo: a mí no me lo pregunten, pregúntenselo a ella. Julia les va a saber decir qué puede y qué no", cuenta Julia Risso, la autora de CURVATURAS. EL AMOR NUNCA TUERCE EL DESEO (Edit. Chirimbote).

"El cuerpo aprende que el dolor nunca tuerce el deseo. Envuelve el aire entre sus manos, se lo regala a las cuerdas vocales y dispara palabras. Lucha y se defiende. Ama, abraza, aprende y enseña. En Curvaturas, Julia corre por pasillos blancos con el cuerpo desarmado hasta que da luz a sus huesos. Pare con fuerza, se traga el espacio y lo empieza a ocupar. Ninguna patología es una identidad. En este libro Julia construye su columna con su poder: las palabras. La completa, le agrega vértebras, se vuelve un junco. Le coloca sus ojos, camina por la ciudad y vuelve a Monte, se vuelve arte mientras lo crea aun en las más ásperas salas de espera. El dolor solamente es protagonista en el silencio y mientras exista una luz prendida, la autora siempre está lista para dar su mejor función", del prólogo de Jéssica Signoretta