Vivimos en un contexto en donde la concentración de la riqueza produjo una desigualdad social brutal a nivel mundial. Eso significa que gran parte de la humanidad es marginada, pasa hambre, se enferma y muere antes de tiempo. Es deber del Estado cuidar de la vida de sus ciudadanos. Sin embargo, después de que se produjo la gran transformación -como señala Carl Polaniy- del paso de una economía de mercado a una sociedad de mercado, en la que todo, todos los valores y bienes fueron transformados en mercancías, los Estados, en general, pasaron a ser controlados por grandes corpo-raciones globalizadas que someten a los Estados y les impiden ejercer su función.

Todo lo que vive necesita ser cuidado, de lo contrario se enferma y muere. Todo lo que amamos cuidamos y todo lo que cuidamos también lo amamos. Porque es fundamental, el cuidado siempre está presente en las personas, y eso se puede observar, sobre todo, entre los que tienen menos acceso a los derechos básicos y a la protección social. El cuidado, entonces, cobra un valor civilizador que evita una mera relación mercantilista con la naturaleza y las personas, y refuerza el sentido de pertenencia y respeto y un destino común para la Tierra y la Humanidad.

Es imposible hablar de cuidado sin tener en cuenta una relación amis-tosa y amorosa con todo lo que existe y vive, y sin analizar las condiciones en que se desarro­llan las distintas formas de cuidado.

Leonardo Boff

Cuidar, una mirada desde el territorio - Lia de Ieso

$25.000
Cuidar, una mirada desde el territorio - Lia de Ieso $25.000

Vivimos en un contexto en donde la concentración de la riqueza produjo una desigualdad social brutal a nivel mundial. Eso significa que gran parte de la humanidad es marginada, pasa hambre, se enferma y muere antes de tiempo. Es deber del Estado cuidar de la vida de sus ciudadanos. Sin embargo, después de que se produjo la gran transformación -como señala Carl Polaniy- del paso de una economía de mercado a una sociedad de mercado, en la que todo, todos los valores y bienes fueron transformados en mercancías, los Estados, en general, pasaron a ser controlados por grandes corpo-raciones globalizadas que someten a los Estados y les impiden ejercer su función.

Todo lo que vive necesita ser cuidado, de lo contrario se enferma y muere. Todo lo que amamos cuidamos y todo lo que cuidamos también lo amamos. Porque es fundamental, el cuidado siempre está presente en las personas, y eso se puede observar, sobre todo, entre los que tienen menos acceso a los derechos básicos y a la protección social. El cuidado, entonces, cobra un valor civilizador que evita una mera relación mercantilista con la naturaleza y las personas, y refuerza el sentido de pertenencia y respeto y un destino común para la Tierra y la Humanidad.

Es imposible hablar de cuidado sin tener en cuenta una relación amis-tosa y amorosa con todo lo que existe y vive, y sin analizar las condiciones en que se desarro­llan las distintas formas de cuidado.

Leonardo Boff