La contratapa de los Cuentos breves de Rafael Barret, en esta nueva edición de Mil Botellas –la primera es de 1911 y uruguaya, en nuestro país el libro salió recién en 1932- cita una opinión que Borges soltó con respecto al autor: “... un gran escritor, espíritu libre y audaz”. Y resulta bastante difícil dar con una impresión más justa de este hombre, quien había nacido en España en 1876 pero se asumió escritor en los albores del SXX y en Paraguay. Atrás habían quedado una etapa como periodista en Buenos Aires y la fortuna familiar, heredada de su padre, miembro de la corona británica y de su madre, una aristócrata madrileña. Más lejos aún, sus estudios secundarios en Francia y su carrera de Ingeniería en nuestra madre patria. Su presente era la denuncia del trabajo esclavo en los yerbales a través de ensayos y artículos, ser perseguido y aferrarse a los ideales del anarquismo. Su futuro sería el destierro en Montevideo, la vuelta clandestina y una prematura muerte en Francia mientras intentaba desesperadamente escapar de la tuberculósis. Pero además, mientras vivía en forma tan intensa, Barret se las ingenió para escribir treinta y seis piezas maestras del relato breve.

La prosa es sobria, clara y ágil. “El banquero dio en el cigarro, para desprender la ceniza, un golpecito con el meñique cargado de oro y rubíes”, es, por ejemplo, la primera frase de La gran cuestión. Y El maestro, un relato en el que Barret –como si hubiera visionado los conflictos didácticos de nuestro SXXI- da cuenta del maltrato y las burlas que sufre un docente por parte de sus alumnos tiene este literariamente envidiable comienzo: “Por treinta pesos mensuales el señor cuadrado, a las cinco de la mañana incorporaba sobre el sucio lecho sus sesenta años de miseria y empezaba a sufrir”.

 

Cuentos breves - Rafael Barret

$9.500
Cuentos breves - Rafael Barret $9.500
La contratapa de los Cuentos breves de Rafael Barret, en esta nueva edición de Mil Botellas –la primera es de 1911 y uruguaya, en nuestro país el libro salió recién en 1932- cita una opinión que Borges soltó con respecto al autor: “... un gran escritor, espíritu libre y audaz”. Y resulta bastante difícil dar con una impresión más justa de este hombre, quien había nacido en España en 1876 pero se asumió escritor en los albores del SXX y en Paraguay. Atrás habían quedado una etapa como periodista en Buenos Aires y la fortuna familiar, heredada de su padre, miembro de la corona británica y de su madre, una aristócrata madrileña. Más lejos aún, sus estudios secundarios en Francia y su carrera de Ingeniería en nuestra madre patria. Su presente era la denuncia del trabajo esclavo en los yerbales a través de ensayos y artículos, ser perseguido y aferrarse a los ideales del anarquismo. Su futuro sería el destierro en Montevideo, la vuelta clandestina y una prematura muerte en Francia mientras intentaba desesperadamente escapar de la tuberculósis. Pero además, mientras vivía en forma tan intensa, Barret se las ingenió para escribir treinta y seis piezas maestras del relato breve.

La prosa es sobria, clara y ágil. “El banquero dio en el cigarro, para desprender la ceniza, un golpecito con el meñique cargado de oro y rubíes”, es, por ejemplo, la primera frase de La gran cuestión. Y El maestro, un relato en el que Barret –como si hubiera visionado los conflictos didácticos de nuestro SXXI- da cuenta del maltrato y las burlas que sufre un docente por parte de sus alumnos tiene este literariamente envidiable comienzo: “Por treinta pesos mensuales el señor cuadrado, a las cinco de la mañana incorporaba sobre el sucio lecho sus sesenta años de miseria y empezaba a sufrir”.