En este libro chiquito hay una encrucijada y una premisa: los dibujos pueden nacer de los poemas, pero no pueden morir en la simple ilustración. Que la palabra escrita sea el punto de partida para que se multiplique el imaginario y las lecturas de quien vaya a darse un saque con Cuarenta gotas diluidas en dos dedos de agua.

Poema

CUARENTA GOTAS DILUIDAS
EN DOS DEDOS DE AGUA

Tal vez sea un gesto
demasiado obediente
tomar la medicación a pesar de las circunstancias:
cuarenta gotas diluidas en dos dedos de agua
sin importar que llueva, que te hayas visto

las manos

congeladas en la luz de un relámpago.

Y lo es. Pero no desprecies
el gesto ni el remedio:
esa forma tuya
de profesar alguna fe.
Contá, sí, las gotas que caigan
en un susurro que suene a rezo.
Apretá la goma rosada del gotero
como si acariciaras los pezones de una santa

¿cómo tocarías
a la Virgencita si se abriera el manto
sobre tu cama, hoy que llueve
y el cielo te alumbró
así las manos?