En un momento en que se debate el contenido de los programas de historia en la escuela, en que se fija por ley lo que debe conmemorarse, Shlomo Sand se pregunta: ¿no está todo relato histórico marcado ideológicamente? ¿Acaso las sensibilidades políticas y el poder de los Estados no pesan de manera desproporcionada sobre la investigación de historia y sobre su enseñanza? Y, en estas condiciones, ¿puede existir una verdad histórica moralmente neutra y “científica”? Al describir el cuadro de una vasta historia de la Historia, desde Mesopotamia hasta nuestros días, denuncia los métodos con los que los historiadores han construido las mitologías nacionales modernas, o la tendencia actual a hacer del historiador el sacerdote de la memoria oficial o el forjador de las identidades nacionales. Al hacerlo, Shlomo Sand entrega también una obra personal, donde la polémica deja paso a la confesión, al balance desilusionado de sus relaciones de más de que cuarenta años con la disciplina, y a una cuestión provocadora: “¿por qué estudiar historia hoy?”. Ciertamente no por pura devoción a la memoria colectiva, sugiere, sino para liberarse mejor de un pasado fabricado, y mirar resueltamente hacia el futuro.

 

Traducción de: Julio Patricio Rovelli

 

Crepúsculo de la historia - Shlomo Sand

$20.900
Crepúsculo de la historia - Shlomo Sand $20.900

En un momento en que se debate el contenido de los programas de historia en la escuela, en que se fija por ley lo que debe conmemorarse, Shlomo Sand se pregunta: ¿no está todo relato histórico marcado ideológicamente? ¿Acaso las sensibilidades políticas y el poder de los Estados no pesan de manera desproporcionada sobre la investigación de historia y sobre su enseñanza? Y, en estas condiciones, ¿puede existir una verdad histórica moralmente neutra y “científica”? Al describir el cuadro de una vasta historia de la Historia, desde Mesopotamia hasta nuestros días, denuncia los métodos con los que los historiadores han construido las mitologías nacionales modernas, o la tendencia actual a hacer del historiador el sacerdote de la memoria oficial o el forjador de las identidades nacionales. Al hacerlo, Shlomo Sand entrega también una obra personal, donde la polémica deja paso a la confesión, al balance desilusionado de sus relaciones de más de que cuarenta años con la disciplina, y a una cuestión provocadora: “¿por qué estudiar historia hoy?”. Ciertamente no por pura devoción a la memoria colectiva, sugiere, sino para liberarse mejor de un pasado fabricado, y mirar resueltamente hacia el futuro.

 

Traducción de: Julio Patricio Rovelli