El escritor José María Brindisi escribe en la contratapa del libro de cuentos Cotidiano de Mariana Travacio:

“El mundo no acaba con un estallido, ya lo sabemos por T. S. Eliot. ¿Pero de qué trama está hecho ese quejido que es a veces un final, la disolución de algo, y a veces sólo un rumor, un ronroneo interno que reverbera en cada rincón de la mente y no deja respiro?

Los cuentos, las voces de Mariana Travacio transitan por esa estrecha franja, cuya única escapatoria parece materializarse en las dos caras de una misma moneda: la locura o el olvido, últimas estaciones de un viaje que con frecuencia apenas se inicia. La ajenidad o extrañeza de esas voces las vuelve peligrosas; exageradamente controladas, se hunden sin embargo en la desmesura sin darse cuenta, como si retardaran algo que sólo puede derramarse en la fatalidad.

Quizá haya un rasgo que defina la escritura de Travacio como ningún otro: ese rasgo es la angustia. Y si esa angustia se vuelve omnipresente para sus personajes no es porque distorsione la realidad, muy por el contrario: es porque anida en cada gesto, en cada movimiento. En el silencioso fluir de lo cotidiano”.

Cotidiano. 2da edición - Mariana Travacio

$22.000
Cotidiano. 2da edición - Mariana Travacio $22.000

El escritor José María Brindisi escribe en la contratapa del libro de cuentos Cotidiano de Mariana Travacio:

“El mundo no acaba con un estallido, ya lo sabemos por T. S. Eliot. ¿Pero de qué trama está hecho ese quejido que es a veces un final, la disolución de algo, y a veces sólo un rumor, un ronroneo interno que reverbera en cada rincón de la mente y no deja respiro?

Los cuentos, las voces de Mariana Travacio transitan por esa estrecha franja, cuya única escapatoria parece materializarse en las dos caras de una misma moneda: la locura o el olvido, últimas estaciones de un viaje que con frecuencia apenas se inicia. La ajenidad o extrañeza de esas voces las vuelve peligrosas; exageradamente controladas, se hunden sin embargo en la desmesura sin darse cuenta, como si retardaran algo que sólo puede derramarse en la fatalidad.

Quizá haya un rasgo que defina la escritura de Travacio como ningún otro: ese rasgo es la angustia. Y si esa angustia se vuelve omnipresente para sus personajes no es porque distorsione la realidad, muy por el contrario: es porque anida en cada gesto, en cada movimiento. En el silencioso fluir de lo cotidiano”.