El presente volumen reúne la correspondencia que mantuvieron Francisco Gandolfo y Mario Levrero entre 1970 y 1986. Las cartas provienen de los papeles que dejaron ambos escritores, y en particular del archivo de Gandolfo. Algunas piezas no fueron preservadas, y el intercambio también incluyó encuentros personales de los que subsisten algunas fotografías como único registro.

En principio una carta no se escribe para su difusión pública. Por el contrario, la correspondencia forma parte de la intimidad de los remitentes y es ese carácter el que le da su impronta, el de un texto atravesado por la complicidad y los sobreentendidos. Sin embargo, un escritor no guarda todos sus papeles, y el hecho de preservar algunos de ellos y tomar recaudos para que otros los reciban y puedan leerlos convierte a esos manuscritos en un legado. En particular, el gesto de conservar las cartas, como hicieron Levrero y Gandolfo, y de reproducir incluso las propias y subsanar pasajes ilegibles, a lo que se dedicó Gandolfo, abren otro horizonte, el de nuevos lectores por venir.

En esa perspectiva se inscribe la edición de este libro, que retoma las cartas que intercambiaron Levrero y Gandolfo y las vuelve a enviar.

Osvaldo Aguirre

Correspondencia - Mario Levrero - Francisco Gandolfo

$18.000
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Correspondencia - Mario Levrero - Francisco Gandolfo $18.000

El presente volumen reúne la correspondencia que mantuvieron Francisco Gandolfo y Mario Levrero entre 1970 y 1986. Las cartas provienen de los papeles que dejaron ambos escritores, y en particular del archivo de Gandolfo. Algunas piezas no fueron preservadas, y el intercambio también incluyó encuentros personales de los que subsisten algunas fotografías como único registro.

En principio una carta no se escribe para su difusión pública. Por el contrario, la correspondencia forma parte de la intimidad de los remitentes y es ese carácter el que le da su impronta, el de un texto atravesado por la complicidad y los sobreentendidos. Sin embargo, un escritor no guarda todos sus papeles, y el hecho de preservar algunos de ellos y tomar recaudos para que otros los reciban y puedan leerlos convierte a esos manuscritos en un legado. En particular, el gesto de conservar las cartas, como hicieron Levrero y Gandolfo, y de reproducir incluso las propias y subsanar pasajes ilegibles, a lo que se dedicó Gandolfo, abren otro horizonte, el de nuevos lectores por venir.

En esa perspectiva se inscribe la edición de este libro, que retoma las cartas que intercambiaron Levrero y Gandolfo y las vuelve a enviar.

Osvaldo Aguirre