Hay muertos que es como si no hubiesen muerto. Son los que dejaron estela de ternura o de emoción artística. Solemos sentir su presencia como cuando eran carne mortal. Ocasiones se piensa que acaso influyen en nuestros estados elevados y puros. Lo dijimos alguna vez a propósito de María Adela Bonavita y lo repetimos ahora. Vive todavía la autora de Conciencia del canto sufriente; vive, sí, a tantos años de su desaparición física. ¿Qué importa el tiempo? La poesía es eternidad. Si tornamos a su obra nos invade una efusión de espirituales aromas. Aún alienta nuestra primera poetisa de inspiración mística, alienta, sí, sin el peso de su envoltura corpórea; se la encuentra en sus estrofas ?melancólicas, estremecidas estrofas? que manan sutiles y tiernos sentimientos. La que antes era una joven dolorosa y resignada, irradiante de mundo interior, se ha trasmutado en una fuente. ¡Criatura fugaz; individualidad de las que no existen sino para la expresión poética, y que, en cuanto la han articulado, abandonan su sitio en el mundo! Que el don de arte era en ella fatalidad es obvio, de ahí su perseverancia en traducir sus anhelos de altura; por eso, sin que la abatiesen las más terribles circunstancias, mantuvo hasta el instante postrimero su voluntad de crear. María Adela Bonavita, cuya es la primacía cronológica entre las poetisas uruguayas de su modalidad; aquella criatura musical y levísima que vivió lo que las rosas poco amadas del aire y de los astros, legándonos, sin embargo, obra poética de fina calidad, hontanar de sugestiones de belleza al cual se vuelve con recogimiento emocionado. Julio Garet Mas Cuando se leen los poemas de María Adela Bonavita aparece en primer término la sencillez en la expresión de lo inefable, en el trasunto del misterio; su poesía es sencilla y a la vez? quizá, por eso mismo? profunda. Domingo Bordoli en su Antología de la poesía uruguaya contemporánea alude al presentar a María Adela Bonavita a lo que podría designarse como transrealidad, o sea, la expresión de una realidad oculta más allá de lo real aprehensible o cognoscible en primera instancia. La forma mágica en la conducción de esa realidad y en la iluminación de esferas o parcelas de lo transreal sometiendo lo real a una más fina y decantada percepción aproximaría a la autora a una expresión pura y primitiva de realismo mágico, aun cuando sin los componentes característicos de esta clasificación, pero reservando en el misterio, lo natural innombrable, el detenimiento en un instante puro de creación y la referida transrealidad elementos asociativos de esa categoría y aproximativos a la obra de la poeta salteña Marosa di Giorgio.

Álvaro Miranda

Conciencia del canto sufriente - poesía completa - Maria Adela Bonavita

$13.000
Conciencia del canto sufriente - poesía completa - Maria Adela Bonavita $13.000

Hay muertos que es como si no hubiesen muerto. Son los que dejaron estela de ternura o de emoción artística. Solemos sentir su presencia como cuando eran carne mortal. Ocasiones se piensa que acaso influyen en nuestros estados elevados y puros. Lo dijimos alguna vez a propósito de María Adela Bonavita y lo repetimos ahora. Vive todavía la autora de Conciencia del canto sufriente; vive, sí, a tantos años de su desaparición física. ¿Qué importa el tiempo? La poesía es eternidad. Si tornamos a su obra nos invade una efusión de espirituales aromas. Aún alienta nuestra primera poetisa de inspiración mística, alienta, sí, sin el peso de su envoltura corpórea; se la encuentra en sus estrofas ?melancólicas, estremecidas estrofas? que manan sutiles y tiernos sentimientos. La que antes era una joven dolorosa y resignada, irradiante de mundo interior, se ha trasmutado en una fuente. ¡Criatura fugaz; individualidad de las que no existen sino para la expresión poética, y que, en cuanto la han articulado, abandonan su sitio en el mundo! Que el don de arte era en ella fatalidad es obvio, de ahí su perseverancia en traducir sus anhelos de altura; por eso, sin que la abatiesen las más terribles circunstancias, mantuvo hasta el instante postrimero su voluntad de crear. María Adela Bonavita, cuya es la primacía cronológica entre las poetisas uruguayas de su modalidad; aquella criatura musical y levísima que vivió lo que las rosas poco amadas del aire y de los astros, legándonos, sin embargo, obra poética de fina calidad, hontanar de sugestiones de belleza al cual se vuelve con recogimiento emocionado. Julio Garet Mas Cuando se leen los poemas de María Adela Bonavita aparece en primer término la sencillez en la expresión de lo inefable, en el trasunto del misterio; su poesía es sencilla y a la vez? quizá, por eso mismo? profunda. Domingo Bordoli en su Antología de la poesía uruguaya contemporánea alude al presentar a María Adela Bonavita a lo que podría designarse como transrealidad, o sea, la expresión de una realidad oculta más allá de lo real aprehensible o cognoscible en primera instancia. La forma mágica en la conducción de esa realidad y en la iluminación de esferas o parcelas de lo transreal sometiendo lo real a una más fina y decantada percepción aproximaría a la autora a una expresión pura y primitiva de realismo mágico, aun cuando sin los componentes característicos de esta clasificación, pero reservando en el misterio, lo natural innombrable, el detenimiento en un instante puro de creación y la referida transrealidad elementos asociativos de esa categoría y aproximativos a la obra de la poeta salteña Marosa di Giorgio.

Álvaro Miranda