Libro de poemas de Mana Isla
 

Esta es una novela deliciosa, escrita con libertad y desparpajo, fresca, divertida y también dolorosa. Es una novela de iniciación para tres: para el personaje, que empieza siendo una nena y termina siendo una chica; para la autora que publica esta, su ópera prima, y para vos, lectora, lector, que vas a descubrir a una escritora artista. 

 

Vas a leer la historia de Bruna, una nena que tiene una hermana, Flora; una madre, un padre, una tía, una abuela y una tía abuela. Que se planta en filiaciones en diagonal: la tía, la tía abuela; quizás para fugarse del loop de su familia, arrastrada para abajo, para arriba y otra vez para abajo por un padre sin cabeza. Que atraviesa un duelo organizando una investigación en torno a su tía Estela (¿hacía pis parada?, ¿su amiga era su novia?). Que se da al cine casero, un porno absurdo y encantador de choclos de plástico; una de Marvel con saltos imposibles filmados en el momento del arrojo y –elipsis salvadora– en el de la caída. Que describe los dibujos mutilados de su hermana con gracia poco frecuente aún en los catálogos de arte contemporáneo. Todo en una ciudad asediada por una represa que en cualquier momento termina de fisurarse y los ahoga.

 

Entrá, vas a ser feliz cada página de lectura.

 

Gabriela Cabezón Cámara

Casino Casa Grande - Mana Muscarsel Isla

$17.000
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Libro de poemas de Mana Isla
 

Esta es una novela deliciosa, escrita con libertad y desparpajo, fresca, divertida y también dolorosa. Es una novela de iniciación para tres: para el personaje, que empieza siendo una nena y termina siendo una chica; para la autora que publica esta, su ópera prima, y para vos, lectora, lector, que vas a descubrir a una escritora artista. 

 

Vas a leer la historia de Bruna, una nena que tiene una hermana, Flora; una madre, un padre, una tía, una abuela y una tía abuela. Que se planta en filiaciones en diagonal: la tía, la tía abuela; quizás para fugarse del loop de su familia, arrastrada para abajo, para arriba y otra vez para abajo por un padre sin cabeza. Que atraviesa un duelo organizando una investigación en torno a su tía Estela (¿hacía pis parada?, ¿su amiga era su novia?). Que se da al cine casero, un porno absurdo y encantador de choclos de plástico; una de Marvel con saltos imposibles filmados en el momento del arrojo y –elipsis salvadora– en el de la caída. Que describe los dibujos mutilados de su hermana con gracia poco frecuente aún en los catálogos de arte contemporáneo. Todo en una ciudad asediada por una represa que en cualquier momento termina de fisurarse y los ahoga.

 

Entrá, vas a ser feliz cada página de lectura.

 

Gabriela Cabezón Cámara