Los cuentos de Leticia D’Albenzio escriben con originalidad y audacia los excesos del cuerpo, del deseo, las oscuridades y las luces del afecto. No son políticamente correctos ni nos concilian con el mundo como queremos imaginar que es; nos confrontan con nuestra condición humana, misteriosa, ajena y familiar al mismo tiempo.

Elsa Drucaroff

 

La tradición literaria de escribir sobre “personas comunes” se inicia en 1879 de la mano de un joven Chejov que tiene que escribir cuentos mientras estudia medicina para mantenerse y ayudar a su familia. El concepto de persona común es problemático desde sus comienzos: no se trata de nivelar para abajo, sino de explorar qué hay de luminoso, monstruoso o extravagante en eso que consideramos nuestro vecino. En estos cuentos se explora algo similar: el momento en el que una persona común deja de ser tal. No hay más en ellos que una realidad compartida, pero la pregunta que los recorre es: ¿existe realmente una realidad plena, sin fisuras, o hay momentos en los que se resquebraja? ¿Son los momentos de verdadera revelación, de epifanía? Con astutas construcciones de tramas, con un inteligente sentido del humor, con un lenguaje transparente y eficaz, con una vacilación que va desde la ternura hasta la crueldad más incisiva y honesta, D’Albenzio nos presenta una colección de personajes que accede al momento en el que sus pequeñas realidades se resquebrajan y muestran la luz intolerable del otro lado. Una vez leídos, eso que llamamos lo cotidiano se enriquece y complejiza, porque somos esas personas comunes y a todos nos llegará, tarde o temprano, el momento de que nos quiten el suelo donde pisamos y quedemos en el aire, aleteando sin sentido.

 

Luciano Lamberti

Cáscara negra - Leticia D'Albenzio

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Los cuentos de Leticia D’Albenzio escriben con originalidad y audacia los excesos del cuerpo, del deseo, las oscuridades y las luces del afecto. No son políticamente correctos ni nos concilian con el mundo como queremos imaginar que es; nos confrontan con nuestra condición humana, misteriosa, ajena y familiar al mismo tiempo.

Elsa Drucaroff

 

La tradición literaria de escribir sobre “personas comunes” se inicia en 1879 de la mano de un joven Chejov que tiene que escribir cuentos mientras estudia medicina para mantenerse y ayudar a su familia. El concepto de persona común es problemático desde sus comienzos: no se trata de nivelar para abajo, sino de explorar qué hay de luminoso, monstruoso o extravagante en eso que consideramos nuestro vecino. En estos cuentos se explora algo similar: el momento en el que una persona común deja de ser tal. No hay más en ellos que una realidad compartida, pero la pregunta que los recorre es: ¿existe realmente una realidad plena, sin fisuras, o hay momentos en los que se resquebraja? ¿Son los momentos de verdadera revelación, de epifanía? Con astutas construcciones de tramas, con un inteligente sentido del humor, con un lenguaje transparente y eficaz, con una vacilación que va desde la ternura hasta la crueldad más incisiva y honesta, D’Albenzio nos presenta una colección de personajes que accede al momento en el que sus pequeñas realidades se resquebrajan y muestran la luz intolerable del otro lado. Una vez leídos, eso que llamamos lo cotidiano se enriquece y complejiza, porque somos esas personas comunes y a todos nos llegará, tarde o temprano, el momento de que nos quiten el suelo donde pisamos y quedemos en el aire, aleteando sin sentido.

 

Luciano Lamberti