“Sorprende salir de la lectura de este libro con la sensación de que hemos conocido nuevos amigos: Ulises, Manuel, Brenda, Beta, el Chapa. Es que somos nosotros mismos en la escena de lo real y somos, además, aquellos a los que se nos concede el asombro de reconocernos, los que nos reencontramos con nuestras emociones y los que descubrimos a ese otro que se ilusiona, sufre, odia, ama.

Y es que, así y aquí, hay un autor que supo mezclar ficción con sabiduría, que indagó profundamente la realidad antes de trasladarla a estas páginas, que tiene claro conocimiento del escenario de la vida misma y del otro, fundamental, el del Teatro. Y por eso sabe que hay voces y formas de decir que permitirán, al lector, la suerte de ser también espectador.

Cartas huérfanas es una proyección de nuestras existencias, un conjunto de cuentos que abandonaron airosamente sus límites estructurales sin dejar de ser perfectos, sin privarnos de esa inequívoca sensación de ofrenda, sin alejarnos del asombro ni del placer, sin quitarnos la certeza de que, de ahora en más, nos hemos convertido en dueños de otros mundos.”

Cartas huerfanas - Luis Saenz

$12.000
Cartas huerfanas - Luis Saenz $12.000

“Sorprende salir de la lectura de este libro con la sensación de que hemos conocido nuevos amigos: Ulises, Manuel, Brenda, Beta, el Chapa. Es que somos nosotros mismos en la escena de lo real y somos, además, aquellos a los que se nos concede el asombro de reconocernos, los que nos reencontramos con nuestras emociones y los que descubrimos a ese otro que se ilusiona, sufre, odia, ama.

Y es que, así y aquí, hay un autor que supo mezclar ficción con sabiduría, que indagó profundamente la realidad antes de trasladarla a estas páginas, que tiene claro conocimiento del escenario de la vida misma y del otro, fundamental, el del Teatro. Y por eso sabe que hay voces y formas de decir que permitirán, al lector, la suerte de ser también espectador.

Cartas huérfanas es una proyección de nuestras existencias, un conjunto de cuentos que abandonaron airosamente sus límites estructurales sin dejar de ser perfectos, sin privarnos de esa inequívoca sensación de ofrenda, sin alejarnos del asombro ni del placer, sin quitarnos la certeza de que, de ahora en más, nos hemos convertido en dueños de otros mundos.”