Este libro aborda la forma en que el radicalismo argentino se constituyó, sobrevivió y se reformuló como identidad política de dirigentes, militantes y seguidores desde sus orígenes a inicios de la década de 1890 hasta su llegada al poder en 1916, al organizarse como partido para una política de masas. A partir de una renovada historia política, el autor se enfoca sobre los potentes aspectos simbólicos de un fenómeno desplegado en sucesivas etapas: la imposición y popularización de distintivos como la boina blanca revolucionaria y la bandera albirroja tanto como el culto a los mártires caídos y a las figuras de sus principales líderes, Leandro N. Alem e Hipólito Yrigoyen, sin dejar de lado las tensiones que estos procesos implicaron.