Los atajos pueden ser una forma rápida de alcanzar un objetivo, pero también pueden ser el camino más corto para llegar al desconcierto. En el plano del conocimiento, la forma más común de atajo es la que pasa por alto el proceso de construcción para saltar directamente al constructo, y de allí a su esqueleto: lógicas que trabajan en la distancia, en el mínimo esfuerzo, particularmente en el uso exhaustivo de lo ya conocido antes que pasar al plano cenagoso de lo por conocer. Esto es subsumir "lo que se debe estudiar" a lo ya manejado, sin modificar la disposición hacia el mundo ni ampliar los conocimientos.

Facundo Ortega traslada esta dinámica a la instancia de ingreso a la Universidad poniendo en tela de juicio el mito de la "vocación", ilusión social cuya coexistencia con la práctica del atajo constituye una vía rápida a la frustración, ya que cuando media la obligación de conocer algo la economía de los atajos conduce directamente al producto, y dentro del producto al esquema. Esta alienación respecto del conocimiento hace que su aplicación sea mecánica, lo que provoca no sólo la no construcción de la dinámica del saber, sino que por el contrario se construye la del no saber.

Pero, fundamentalmente, lo que se plantea en este apasionante ensayo es que la construcción del fracaso no es un producto de elecciones personales, sino que las rupturas en la temporalidad, la indecisión, la incertidumbre, los ajustes y las ambigüedades se construyen socialmente, y la participación activa de los actores sociales, si bien se oculta bajo la forma de decisiones particulares, involucra toda la trama de lo social.

Atajos - Facundo Ortega

$17.900
Atajos - Facundo Ortega $17.900

Los atajos pueden ser una forma rápida de alcanzar un objetivo, pero también pueden ser el camino más corto para llegar al desconcierto. En el plano del conocimiento, la forma más común de atajo es la que pasa por alto el proceso de construcción para saltar directamente al constructo, y de allí a su esqueleto: lógicas que trabajan en la distancia, en el mínimo esfuerzo, particularmente en el uso exhaustivo de lo ya conocido antes que pasar al plano cenagoso de lo por conocer. Esto es subsumir "lo que se debe estudiar" a lo ya manejado, sin modificar la disposición hacia el mundo ni ampliar los conocimientos.

Facundo Ortega traslada esta dinámica a la instancia de ingreso a la Universidad poniendo en tela de juicio el mito de la "vocación", ilusión social cuya coexistencia con la práctica del atajo constituye una vía rápida a la frustración, ya que cuando media la obligación de conocer algo la economía de los atajos conduce directamente al producto, y dentro del producto al esquema. Esta alienación respecto del conocimiento hace que su aplicación sea mecánica, lo que provoca no sólo la no construcción de la dinámica del saber, sino que por el contrario se construye la del no saber.

Pero, fundamentalmente, lo que se plantea en este apasionante ensayo es que la construcción del fracaso no es un producto de elecciones personales, sino que las rupturas en la temporalidad, la indecisión, la incertidumbre, los ajustes y las ambigüedades se construyen socialmente, y la participación activa de los actores sociales, si bien se oculta bajo la forma de decisiones particulares, involucra toda la trama de lo social.