Experiencias: vivir, inventar, escribir. Para Hélio Oiticica no eran tres palabras sino manifestaciones de un mismo gesto, de una realidad única. Y así fue desde el principio, cuando comenzó con el Grupo Frente y participó en la Exposición Nacional de Arte Concreta de 1957, hasta el final de su vida, cuando no dejaba de llenar sus cuadernos con proyectos ni de transformar el espacio urbano con sus obras y su cuerpo en lo que llamó “delirios ambulatorios”.

Fue esa obsesión con la escritura la que llevó a sus amigos Luciano Figueiredo, Lygia Pape y Waly Salomão a realizar una antología con sus textos, a la que dieron el hermoso título de Aspiro al gran laberinto. Carla Lombardo lo tradujo, le agregó otros de sus textos decisivos (“otros pasajes”) e incluyó ensayos críticos.

Decir que Carla los tradujo es, de todos modos, decir poco, porque lo que el lector tiene entre manos es una notable recreación en castellano de sus asombrosos hallazgos verbales. No sólo con sus objetos Hélio transforma el espacio y nuestra relación con las cosas; con sus escritos, con los portmanteau que tanto le gustaban, con esos juegos de palabras que abren un mundo, nos arroja al laberinto como una apuesta de vida. Hélio Oiticica: vivir, inventar, escribir.

Aspiro al gran laberinto y otros pasajes - Helio Oiticica

$25.900
Aspiro al gran laberinto y otros pasajes - Helio Oiticica $25.900

Experiencias: vivir, inventar, escribir. Para Hélio Oiticica no eran tres palabras sino manifestaciones de un mismo gesto, de una realidad única. Y así fue desde el principio, cuando comenzó con el Grupo Frente y participó en la Exposición Nacional de Arte Concreta de 1957, hasta el final de su vida, cuando no dejaba de llenar sus cuadernos con proyectos ni de transformar el espacio urbano con sus obras y su cuerpo en lo que llamó “delirios ambulatorios”.

Fue esa obsesión con la escritura la que llevó a sus amigos Luciano Figueiredo, Lygia Pape y Waly Salomão a realizar una antología con sus textos, a la que dieron el hermoso título de Aspiro al gran laberinto. Carla Lombardo lo tradujo, le agregó otros de sus textos decisivos (“otros pasajes”) e incluyó ensayos críticos.

Decir que Carla los tradujo es, de todos modos, decir poco, porque lo que el lector tiene entre manos es una notable recreación en castellano de sus asombrosos hallazgos verbales. No sólo con sus objetos Hélio transforma el espacio y nuestra relación con las cosas; con sus escritos, con los portmanteau que tanto le gustaban, con esos juegos de palabras que abren un mundo, nos arroja al laberinto como una apuesta de vida. Hélio Oiticica: vivir, inventar, escribir.