Al lector extranjero dos detalles del título le llamarán la atención. El primero es la palabra “araca”, que en lunfardo, la germanía o el slang que es propio de la Argentina, significa “atención, cuidado”. La segunda peculiaridad es la conjugación del verbo, según un giro típicamente rioplatense, y empleada en imperativo. El narrador ha tomado como título de su novela, textualmente, un verso de su coterráneo, el dramaturgo, letrista de tango y poeta argentino Bartolomé Ángel Venancio Alberto Vaccarezza.

Araca corazón callate un poco es otra prueba concluyente del talento de Butti para enhebrar historias donde el absurdo bien entendido, la agilidad de los diálogos más el ritmo vertiginoso y ameno de la narración se conjugan para dar por resultado un texto casi hipnótico, que obliga a seguir las peripecias de sus personajes más allá de los límites que intente marcarnos el reloj.

Esta nueva entrega de Enrique Butti nos transporta al microuniverso donde coexisten, se aman, se desean y se pelean dos caracteres principales: la protagonista y voz narrante de toda la historia, una mujer de mediana edad, y su amado Marzolini, a quien ella visita asiduamente. La dama, luego de la cena con la que diligentemente la obsequia el dueño de casa, se tiende en el diván para escuchar las sucesivas historias que este le narra. Historias donde el disparate, el humor, la ironía y esa solapada ternura que Butti le imprime a sus individualidades literarias se muestran a sus anchas.

Si una de las mayores ambiciones de un escritor es la de alcanzar a forjar un personaje inolvidable, es posible que Butti, con su extravagante Marzolini, lo haya logrado. Este es una suerte de Scherezade, quien se las arregla para retener la atención de su amiga por el medio que sea: cada exagerado relato, cada insólita serie de situaciones que le cuenta, tiene un poder casi absoluto sobre ella, capaz de provocarle celos, compasión, intriga, despecho, en definitiva prácticamente todo el abanico de las emociones posibles.

A partir de lo narrado por Marzolini se despliega para la coprotagonista y para nosotros una extensa romería de caracteres secundarios y terciarios, tan estrafalarios como el inefable Marzolini. Margarita Flaçon; “la neonata”; Florencia y Rita, “las hermanas mosquitas muertas”; su abuelo armenio, Kazan; “el intermediario del pintor”, son apenas algunas de estas figuras de segunda fila, partenaires o coro griego de la historia central en esta versión invertida de Las Mil y Una Noches que Enrique Butti le obsequia a sus lectores, tan convencido como responsable de que la buena literatura no esté reñida con la más ingeniosa amenidad.

Una cuidada edición acompaña esta nueva entrega de un destacado autor argentino, en su más productiva madurez.

 

Luis Benítez 

Araca corazón callate un poco - Enrique Butti

$15.000
Araca corazón callate un poco - Enrique Butti $15.000

Al lector extranjero dos detalles del título le llamarán la atención. El primero es la palabra “araca”, que en lunfardo, la germanía o el slang que es propio de la Argentina, significa “atención, cuidado”. La segunda peculiaridad es la conjugación del verbo, según un giro típicamente rioplatense, y empleada en imperativo. El narrador ha tomado como título de su novela, textualmente, un verso de su coterráneo, el dramaturgo, letrista de tango y poeta argentino Bartolomé Ángel Venancio Alberto Vaccarezza.

Araca corazón callate un poco es otra prueba concluyente del talento de Butti para enhebrar historias donde el absurdo bien entendido, la agilidad de los diálogos más el ritmo vertiginoso y ameno de la narración se conjugan para dar por resultado un texto casi hipnótico, que obliga a seguir las peripecias de sus personajes más allá de los límites que intente marcarnos el reloj.

Esta nueva entrega de Enrique Butti nos transporta al microuniverso donde coexisten, se aman, se desean y se pelean dos caracteres principales: la protagonista y voz narrante de toda la historia, una mujer de mediana edad, y su amado Marzolini, a quien ella visita asiduamente. La dama, luego de la cena con la que diligentemente la obsequia el dueño de casa, se tiende en el diván para escuchar las sucesivas historias que este le narra. Historias donde el disparate, el humor, la ironía y esa solapada ternura que Butti le imprime a sus individualidades literarias se muestran a sus anchas.

Si una de las mayores ambiciones de un escritor es la de alcanzar a forjar un personaje inolvidable, es posible que Butti, con su extravagante Marzolini, lo haya logrado. Este es una suerte de Scherezade, quien se las arregla para retener la atención de su amiga por el medio que sea: cada exagerado relato, cada insólita serie de situaciones que le cuenta, tiene un poder casi absoluto sobre ella, capaz de provocarle celos, compasión, intriga, despecho, en definitiva prácticamente todo el abanico de las emociones posibles.

A partir de lo narrado por Marzolini se despliega para la coprotagonista y para nosotros una extensa romería de caracteres secundarios y terciarios, tan estrafalarios como el inefable Marzolini. Margarita Flaçon; “la neonata”; Florencia y Rita, “las hermanas mosquitas muertas”; su abuelo armenio, Kazan; “el intermediario del pintor”, son apenas algunas de estas figuras de segunda fila, partenaires o coro griego de la historia central en esta versión invertida de Las Mil y Una Noches que Enrique Butti le obsequia a sus lectores, tan convencido como responsable de que la buena literatura no esté reñida con la más ingeniosa amenidad.

Una cuidada edición acompaña esta nueva entrega de un destacado autor argentino, en su más productiva madurez.

 

Luis Benítez