A partir de la publicación en 1988 de El discurso criollista en la formación de la Argentina moderna de Adolfo Prieto, se consolidó la hipótesis de que la literatura gauchesca había ido esfumándose a mediados de la década de 1920, con Don Segundo Sombra de Ricardo Güiraldes como último exponente de un ciclo que se había iniciado en el país con la poesía de Bartolomé Hidalgo, en los tiempos de la gesta independentista. Sin embargo, si bien es cierto que en los años siguientes el género no fue capaz de producir nuevos títulos que pasaran a formar parte del canon literario, la cultura criollista estuvo lejos de desaparecer. El criollismo fue capaz de sostenerse como un hecho de consumo popular que se revivificó con el auge del nacionalismo en la década del treinta y se mantuvo vigente en las décadas posteriores, manteniendo una fuerte presencia hasta por lo menos los dos primeros gobiernos de Juan Domingo Perón. La Antologia gauchiperonista (1945-1975) reúne un conjunto de textos que dan cuenta del vinculo entre el peronismo y la gauchesca, en una de las aristas -no siempre recordada- de la identidad del movimiento.