"Animalitos del cielo, del infierno y del mar" despierta sin sacudidas a ese niño-lector que fuimos. El libro, dividido en Animalitos del cielo, Animalitos del infierno y Animalitos del mar, nos hace saltar de poema en poema como de fábula en fábula: cada título corresponde a un animal y cada animal a una historia breve; a una descripción eterna del bichito; a una moraleja con bases en la paz, el humor absurdo y la convivencia de los seres en vez de la solemne moral.

Las ilustraciones de Laguna en blanco y negro, de trazo fino, evocan los dibujos a lápiz negro, en hojas usadas, de infantes de domingo. Además agrega una bombita de luz, un graffiti que dice "PUNK", un zapatito o una guitarra que deja entrever la presencia tácita del humano, por qué no del narrador, en estos poemas-fábulas-canciones. Canciones porque, si pudiéramos pedirle algo más al libro, sería la tablatura para cada letra; los acordes que resuenan cuando compartimos cada verso no con la mente: con la voz.

Los poemas de "Animalitos del cielo...", sin ser oníricos ni infanto-macabros, pero tampoco melancólicos ni con miedo a la adultez, nos hacen preguntarnos si es que fuimos niños o, más bien, si no seguimos siéndolo. Poemas que, justamente, por no apelar a la metáfora politizada o a la destrucción del imaginario pasado, como los cangrejos, "ganan su carrera porque no se ponen metas / sin trofeos, sin banderas, sin disfraces ni caretas".

Animalitos del cielo, del infierno y del mar - Carmen Iriondo (Fernanda Laguna Ilust.)

$27.800
Animalitos del cielo, del infierno y del mar - Carmen Iriondo (Fernanda Laguna Ilust.) $27.800

"Animalitos del cielo, del infierno y del mar" despierta sin sacudidas a ese niño-lector que fuimos. El libro, dividido en Animalitos del cielo, Animalitos del infierno y Animalitos del mar, nos hace saltar de poema en poema como de fábula en fábula: cada título corresponde a un animal y cada animal a una historia breve; a una descripción eterna del bichito; a una moraleja con bases en la paz, el humor absurdo y la convivencia de los seres en vez de la solemne moral.

Las ilustraciones de Laguna en blanco y negro, de trazo fino, evocan los dibujos a lápiz negro, en hojas usadas, de infantes de domingo. Además agrega una bombita de luz, un graffiti que dice "PUNK", un zapatito o una guitarra que deja entrever la presencia tácita del humano, por qué no del narrador, en estos poemas-fábulas-canciones. Canciones porque, si pudiéramos pedirle algo más al libro, sería la tablatura para cada letra; los acordes que resuenan cuando compartimos cada verso no con la mente: con la voz.

Los poemas de "Animalitos del cielo...", sin ser oníricos ni infanto-macabros, pero tampoco melancólicos ni con miedo a la adultez, nos hacen preguntarnos si es que fuimos niños o, más bien, si no seguimos siéndolo. Poemas que, justamente, por no apelar a la metáfora politizada o a la destrucción del imaginario pasado, como los cangrejos, "ganan su carrera porque no se ponen metas / sin trofeos, sin banderas, sin disfraces ni caretas".