La situación de Elena Garro es curiosa, muchas veces se la conoce más por su vida que por su obra. Es cierto que a los 17 años se casó con Octavio Paz (con quien tuvo una hija), y que más tarde fue amante de Bioy Casares. También, que iuego de su desempeño político durante la Masacre de Tlatelolco en México, en 1968, su nombre adquirió cierto halo maldito que la llevó a un voluntario exilio. También, que era bella como pocas yque amaba locamente a los gatos. Y también, llegando ya a su obra, que Borges, Silvina Ocampo y el propio Bioy Casares publicaron un texto suyo en la segunda edición de la célebre Antología de la literatura fantástica.
Pero ante todo, Elena Garro es una de las más grandes escritoras latinoamericanas del siglo XX.
Los relatos de Andamos huyendo Lola valen como demostración: pequeñas obras maestras sobre la relación entre literatura y paranoia, sobre el huir real de un Estado imaginario, sobre la potencia de lo femenino versus el poder destructor de lo masculino.

Andamos huyendo lola - Elena Garro

$20.000
Andamos huyendo lola - Elena Garro $20.000

La situación de Elena Garro es curiosa, muchas veces se la conoce más por su vida que por su obra. Es cierto que a los 17 años se casó con Octavio Paz (con quien tuvo una hija), y que más tarde fue amante de Bioy Casares. También, que iuego de su desempeño político durante la Masacre de Tlatelolco en México, en 1968, su nombre adquirió cierto halo maldito que la llevó a un voluntario exilio. También, que era bella como pocas yque amaba locamente a los gatos. Y también, llegando ya a su obra, que Borges, Silvina Ocampo y el propio Bioy Casares publicaron un texto suyo en la segunda edición de la célebre Antología de la literatura fantástica.
Pero ante todo, Elena Garro es una de las más grandes escritoras latinoamericanas del siglo XX.
Los relatos de Andamos huyendo Lola valen como demostración: pequeñas obras maestras sobre la relación entre literatura y paranoia, sobre el huir real de un Estado imaginario, sobre la potencia de lo femenino versus el poder destructor de lo masculino.