La novela Al oeste de Jericó, de Marcelo Britos, posibilita múltiples lecturas. Recorrerla como una ucronía o una narración que se inscribe en la ciencia ficción quizás sea una forma, aunque parcial e ingenua. Lo cierto es que estamos en el futuro, en una geografía que cambió en parte los topónimos pero que, en su ligera familiaridad, invita al extrañamiento. ¿Se trata de un panegírico delirante o de una despiadada advertencia? Pueden reconocerse, en las descripciones y en las acciones, las proyecciones de un presente que nos interpela, nos inquieta y nos demanda un posicionamiento. Parecería que, en un original giro en su pedigree narrativo, Britos conjuga su potencia como escritor con su compromiso político. Así, Al oeste de Jericó se alzaría como el mundo que será después del ensanchamiento de la “grieta” y la exacerbación del enfrentamiento social. Pero es, apenas, una hipótesis. Violenta y desenfrenada, la prosa de Marcelo Britos nos enfrenta a las imágenes que surgen de un aleph en el cual no nos gustaría reconocernos.

Al oeste de Jericó - Marcelo Britos

$4.280
Al oeste de Jericó - Marcelo Britos $4.280

La novela Al oeste de Jericó, de Marcelo Britos, posibilita múltiples lecturas. Recorrerla como una ucronía o una narración que se inscribe en la ciencia ficción quizás sea una forma, aunque parcial e ingenua. Lo cierto es que estamos en el futuro, en una geografía que cambió en parte los topónimos pero que, en su ligera familiaridad, invita al extrañamiento. ¿Se trata de un panegírico delirante o de una despiadada advertencia? Pueden reconocerse, en las descripciones y en las acciones, las proyecciones de un presente que nos interpela, nos inquieta y nos demanda un posicionamiento. Parecería que, en un original giro en su pedigree narrativo, Britos conjuga su potencia como escritor con su compromiso político. Así, Al oeste de Jericó se alzaría como el mundo que será después del ensanchamiento de la “grieta” y la exacerbación del enfrentamiento social. Pero es, apenas, una hipótesis. Violenta y desenfrenada, la prosa de Marcelo Britos nos enfrenta a las imágenes que surgen de un aleph en el cual no nos gustaría reconocernos.