Invitado por la Asociación Cristiana de Jóvenes (la “Yumen”, como dice Arlt), de la cual era socio, en febrero de 1930 acepta veranear en el complejo turístico que esta tiene en Sierra de la Ventana (Pcia. de Buenos Aires). La invitación, según afirma Saítta, tal vez haya sido aceptada “para alejarse de todo y de todos”, una distancia necesaria luego de que el excesivo trabajo que le dedicó a su novela Los siete locos afectara su salud. Sin embargo, como ya se había tomado licencia para terminar de escribirla –e incluso lo había hecho sin avisar previamente– la dirección de El Mundo le permite viajar con la condición de que enviara crónicas desde el lugar hacia el que fuera.

Si las aguafuertes de Arlt tienen como centro el espacio de la ciudad de Buenos Aires, en su viaje a la comarca serrana experimenta el primer descentramiento espacial de su escritura periodística. El desplazamiento geográfico se inscribe en la misma práctica escrituraria al punto de que la sección en que se publicaban sus notas, en la página seis del periódico El Mundo, cambia su nombre: de “Aguafuertes porteñas” a “Aguafuertes silvestres”. Pero, como el fallido invento de la media de mujer cuyo punto no se correría, este experimento arltiano al final también se revelará errado.

Aguafuertes Silvestres - Roberto Arlt

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Invitado por la Asociación Cristiana de Jóvenes (la “Yumen”, como dice Arlt), de la cual era socio, en febrero de 1930 acepta veranear en el complejo turístico que esta tiene en Sierra de la Ventana (Pcia. de Buenos Aires). La invitación, según afirma Saítta, tal vez haya sido aceptada “para alejarse de todo y de todos”, una distancia necesaria luego de que el excesivo trabajo que le dedicó a su novela Los siete locos afectara su salud. Sin embargo, como ya se había tomado licencia para terminar de escribirla –e incluso lo había hecho sin avisar previamente– la dirección de El Mundo le permite viajar con la condición de que enviara crónicas desde el lugar hacia el que fuera.

Si las aguafuertes de Arlt tienen como centro el espacio de la ciudad de Buenos Aires, en su viaje a la comarca serrana experimenta el primer descentramiento espacial de su escritura periodística. El desplazamiento geográfico se inscribe en la misma práctica escrituraria al punto de que la sección en que se publicaban sus notas, en la página seis del periódico El Mundo, cambia su nombre: de “Aguafuertes porteñas” a “Aguafuertes silvestres”. Pero, como el fallido invento de la media de mujer cuyo punto no se correría, este experimento arltiano al final también se revelará errado.