En Devocionario, cada relato es la entrada a una plegaria. Quien escribe no le teme a la súplica del deseo. La venida de la lluvia puede ser un rezo y un retorno al silencio, a la quietud de la devoción, que no es otra cosa más que un reconocimiento. Una mirada hacia lo propio. Dice Calveyra: y al hombre le parece avanzar por entre una luz mojada, hombre de una sola lluvia.

Cristian arma un recorrido a partir de las señales de lo que muestra la luz. Entre el molino, la tormenta y la salida del sol, una muerte que nace en el agua, una familia triste que ya no tiene campo y sí tiene palabras, inútiles, palabras que tienen la gracia de la fe.

Devocionario sabe que siempre tendrá el refugio de la plegaria, bajo sus árboles. Siempre habrá un olmo grande, un lugar donde habitar el rezo.

La posibilidad de retorno en la fe, en la escritura.

(Fragmento del prólogo de Natalia Romero)

Devocionario - Cristián Billardi

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En Devocionario, cada relato es la entrada a una plegaria. Quien escribe no le teme a la súplica del deseo. La venida de la lluvia puede ser un rezo y un retorno al silencio, a la quietud de la devoción, que no es otra cosa más que un reconocimiento. Una mirada hacia lo propio. Dice Calveyra: y al hombre le parece avanzar por entre una luz mojada, hombre de una sola lluvia.

Cristian arma un recorrido a partir de las señales de lo que muestra la luz. Entre el molino, la tormenta y la salida del sol, una muerte que nace en el agua, una familia triste que ya no tiene campo y sí tiene palabras, inútiles, palabras que tienen la gracia de la fe.

Devocionario sabe que siempre tendrá el refugio de la plegaria, bajo sus árboles. Siempre habrá un olmo grande, un lugar donde habitar el rezo.

La posibilidad de retorno en la fe, en la escritura.

(Fragmento del prólogo de Natalia Romero)