El golpe de Estado llevado a cabo por Freud, para hacer creer que él solo había inventado el psicoanálisis, resultó exitoso. Además, no cedió ante nada para que las cosas así sucedieran… llegó a borrar el rol del formidable intelectual colectivo que, con él, pero también sin él, a pesar suyo, incluso contra él, inventó la disciplina. Todo el psicoanálisis no freudiano fue vilipendiado, ensuciado, atacado por Freud y los suyos –su hija Anna, en primer lugar.            

Ahora bien, existe un psicoanálisis de izquierda que rechaza el esquema idealista freudiano de un inconsciente psíquico pensado como un ectoplasma trasmitido misteriosamente de hombre a hombre desde la era glacial. Este psicoanálisis de izquierda piensa el inconsciente como un producto de la historia y de las condiciones de existencia concretas de los individuos: el inconsciente de los obreros, de los pobres, de los trabajadores, de los desocupados que Freud se niega a tratar, con el pretexto de que gozan del “beneficio de la enfermedad”, poco tiene que ver con el inconsciente de la rica burguesía ociosa que corre hacia Freud.

En su corta vida de libertino drogadicto, excéntrico y suicida, Otto Gross inventa la fórmula del psicoanálisis de izquierda siguiendo el linaje del nietzscheanismo. Wilhelm Reich le proporciona su arsenal conceptual y constituye el freudomarxismo que, desde luego, da una imagen de Freud cercana a la de un liberador del sexo y a la de un liberal progresista, pese a que ha sido un defensor del orden sexual patriarcal y un compañero de ruta de los fascismos europeos. Eric Fromm, exiliado en Estados Unidos, refunda el psicoanálisis extrayendo la lección de los fracasos del freudismo: si el diván freudiano no trata ni cura, no es culpa del paciente que resiste, como lo afirma Freud, sino que la culpable es la doctrina. Como un anti-Lacan decidido por su rechazo al oscurantismo, al histrionismo, al oportunismo y al sectarismo, Fromm propone un psicoanálisis concreto más preocupado por los pacientes que por la defensa del patrimonio doctrinario freudiano.

 

Los Freudianos Heréticos - Michel Onfray

$20.900
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El golpe de Estado llevado a cabo por Freud, para hacer creer que él solo había inventado el psicoanálisis, resultó exitoso. Además, no cedió ante nada para que las cosas así sucedieran… llegó a borrar el rol del formidable intelectual colectivo que, con él, pero también sin él, a pesar suyo, incluso contra él, inventó la disciplina. Todo el psicoanálisis no freudiano fue vilipendiado, ensuciado, atacado por Freud y los suyos –su hija Anna, en primer lugar.            

Ahora bien, existe un psicoanálisis de izquierda que rechaza el esquema idealista freudiano de un inconsciente psíquico pensado como un ectoplasma trasmitido misteriosamente de hombre a hombre desde la era glacial. Este psicoanálisis de izquierda piensa el inconsciente como un producto de la historia y de las condiciones de existencia concretas de los individuos: el inconsciente de los obreros, de los pobres, de los trabajadores, de los desocupados que Freud se niega a tratar, con el pretexto de que gozan del “beneficio de la enfermedad”, poco tiene que ver con el inconsciente de la rica burguesía ociosa que corre hacia Freud.

En su corta vida de libertino drogadicto, excéntrico y suicida, Otto Gross inventa la fórmula del psicoanálisis de izquierda siguiendo el linaje del nietzscheanismo. Wilhelm Reich le proporciona su arsenal conceptual y constituye el freudomarxismo que, desde luego, da una imagen de Freud cercana a la de un liberador del sexo y a la de un liberal progresista, pese a que ha sido un defensor del orden sexual patriarcal y un compañero de ruta de los fascismos europeos. Eric Fromm, exiliado en Estados Unidos, refunda el psicoanálisis extrayendo la lección de los fracasos del freudismo: si el diván freudiano no trata ni cura, no es culpa del paciente que resiste, como lo afirma Freud, sino que la culpable es la doctrina. Como un anti-Lacan decidido por su rechazo al oscurantismo, al histrionismo, al oportunismo y al sectarismo, Fromm propone un psicoanálisis concreto más preocupado por los pacientes que por la defensa del patrimonio doctrinario freudiano.